lunes, 22 de agosto de 2011

Primeros capitulos del libro No grites

Hola, estoy escribiendo un libro y me gustaría que si alguien lo ve me dejara su opiñion. Gracias.
Prologo
Luego de un rato, de contemplar el picaporte, abrí la puerta y entré. Ahí estaba, sentado en su escritorio, el hombre al que había venido a ver.
_ven_ dijo, apoyando sus manos en la mesa_ siéntate.
Le obedecí, sentándome en una silla, frente a él.
_me dijeron que estabas buscando la piedra_ Sabía, que el me había citado por eso. Asentí, con indiferencia_ creo saber dónde está.
Incliné la cabeza y lo miré con curiosidad.
_¿perdón?_ inquirí.
_sé dónde está la piedra y… por un bajo precio, te lo puedo decir_ finalizó.
Me reí.
_ ¿por un bajo precio?_ repetí, sonriendo_ yo no negocio.
  _entonces, haz de cuenta que nunca tuvimos esta conversación_ dijo el hombre, sonriendo. Volví a reírme, más fuerte esta vez. Me puse de pie.
_no, pero si vas a decirme donde está la piedra_ dije, apoyando mis manos en la mesa.
_no, lo siento pero no lo haré gratis_ negó, con un asomo de miedo en la voz. Sonreí nuevamente, pero esta vez, enseñando los colmillos. El hombre gritó.
_ ¿que… eres?_ preguntó, casi gritando, poniéndose de pie_ sal de aquí o voy a llamar a seguridad.
_no, no lo harás_ dije, divertido.
_¿que… que me has hecho?_ preguntó_ no puedo moverme.
_a ver… empecemos de nuevo ¿Dónde está la piedra?_ le pregunté, volviendo a sonreír_ y que ni se te crucé gritar, porque los colmillos no son de adorno.
_ ¡está bien! Está bien_ respondió_ pero… no me lastimes.
El ya había comenzado a llorar. Estúpidos humanos, pensé.
_¿dónde está la piedra?_ repetí, acercándome a él. Se me estaba acabando la paciencia.
_la… la tiene… la tiene la chica_ dijo casi gritando.
_¿la chica?_ pregunté.
_ sí, es difícil de explicar…_ elevé una ceja, haciéndolo continuar_ ella nació con la piedra. La piedra no es algo material, no todavía. Solo ella puede formar la piedra… y solo hay una manera de hacerlo…
_ ¿quién es la chica?_ le interrumpí, conociendo el resto de la historia.
_ella… ella es solo una niña…_ dijo_ como de tu edad…
_¡¿Dónde está?!_ le pregunté, otra vez, gritando.
_Argentina… Buenos Aires, Del Viso…, Instituto grodent_ se apresuró a responder. De pronto lo sentí débil_ su nombre es… es… bree… breena._ finalizó, desmayándose.
_estúpidos humanos_ volví a susurrar.













Capitulo 1
_ ¿vas a la fiesta?_ me gritó rashel, desde el asiento.
_si_ le respondí, por el pasillo, antes de bajarme del auto bus_ nos vemos.
El transporte escolar, con un chirrido, se alejó. Me quedé frente al portón.
Me gustaba contemplar el jardín, antes de entrar. Era una linda casa. Bueno la casa, en si, no era muy grande, pero el parque si. Me gustaba mucho vivir ahí. El pasto, los arboles… y se hacía más lindo aun cuando había sol.
El día estaba horrible. Hay gente a la que le gusta la lluvia. A mí no. Amo los días soleados. Me encanta ver como el sol se refleja en las hojas de los arboles…, como iluminaba el pasto y lo hacía parecer más vivo. Por sobre todo, me encantaba la naturaleza.
Saqué la llave, de mi bolsillo, abrí el portón, entré, lo cerré y, luego de caminar hacia allí, lo mismo con la puerta. Entré y la volví a cerrar. No había nadie en la casa.
Yo vivía con mi mamá. Mi papá había muerto cuando yo tenía ocho años. La policía lo había declarado un homicidio. Lo encontraron, en un callejón, desangrado, sin una sola gota de sangre. En ese momento fue duro, pero ya había pasado mucho tiempo.
Mi mamá, de todos modos, trabajaba desde temprano hasta tarde, todos los días. Bueno, no los sábados ni domingos, obviamente. Ella se levantaba de madrugada y volvía, generalmente, a alrededor de las ocho y media.
Dejé mi mochila a un lado de la puerta, en el suelo, y subí la escalera, hasta mi habitación.
 Me saqué el uniforme de la escuela, poniéndolo para lavar, en un canasto, y me dirigí al baño. Abrí la ducha, esperé que calentará el agua, y me metí dentro.
Me gustaba sentir el calor del agua contra mi piel…
Me puse el champo, lo enjuagué, el acondicionador, lo enjuagué, nuevamente y cerré la ducha.
Salí, agarrando una toalla, con la que me envolví. Fui, hacia mi cuarto, y abrí el armario.
De pronto recordé; La fiesta de Cintia.
 Ella era la persona más desagradable que conocía, pero rashel y yo no nos perdíamos ninguna de sus fiestas.
Saqué, un vestido que, entre los pocos que tenia, era mi favorito. No me gustaba usar vestidos muy frecuente, solo para fiestas o cosas así.
Me coloqué la ropa interior y luego el vestido. Este era rojo vivo y bastante ajustado. Solo lo usaba para ocasiones muy especiales. No es que la fiesta de Cintia fuera importante, pero simplemente tenía ganas de usarlo.
Tampoco me gustaba usar mucho maquillaje. Solo delineé, apenas, mis ojos y usé muy poco rubor.
Me miré, en el espejo de cuerpo completo. Vi mis ojos, color marrón oscuro, mi pelo castaño y ondulado y mi piel normal, tirando a pálida. No era gorda, ni flaca, solo… normal. Todo en mi era normal.
Me puse unos zapatos negros, sin tacón, un saquito, negro también, y bajé la escalera. Miré la hora; 1,06. La fiesta era a las 2. Con rashel, habíamos quedado que ella pasaba a buscarme media hora antes, ya que, como mi casa estaba en medio de la nada, se tardaba bastante en llegar a cualquier parte.
*********
Me levanté del sillón, en cuanto oí la bocina del VW gol sedán de rashel, y apagué la tele. Salí, cerré la puerta y repetí el proceso con el portón. Me subí al auto.
_hola_ dijo, mientras yo me abrochaba el cinturón.
_hola_ le respondí, sonriendo.
Rashel era la persona más linda que conocía, además de ser mi mejor amiga. Era alta, unos centímetros menos que yo, de un metro sesenta, flaca, tenía el pelo rubio y ojos celestes. Además era la mejor amiga que podría tener. Ella se había puesto, también, un vestido, pero color celeste.
_estas hermosa_ me dijo, sonriendo, mientras arrancaba el auto.
_ay, no empieces_ le dije, riendo_ vos también estas hermosa.
Se rió.
_ La fiesta es al aire libre_ me informó._ de todos modos no hace frio.
_no, pero el día esta horrible_ le recordé_ ¿y si se larga a llover?
_Eso es problema de ella_ dijo rashel, refiriéndose a Cintia.
Sonreí. Apoyé un brazo sobre la puerta y miré, por la ventanilla del auto.
_ ¿Adren?_ pregunté_ ¿no viene?
_no_ dijo sonriendo_ se sentía mal.
Adren era el primo de rashel. Sus padres habían desaparecido, sin dejar rastro, cuando él era apenas un bebé y sus tíos lo habían adoptado, un año antes del nacimiento de rashel.
                                                      ***
Luego de casi media hora de mirar nubes, llegamos. Rashel detuvo el auto, en el portón. La casa de Cintia era la casa más grande que había visto en toda mi vida, parecida a una mansión.
Rashel bajó del auto. Yo la imité. Ambas caminamos hacia el porton, donde había dos guardias, dejando pasar.
La razón por la cual a todas nos gustaban las fiestas de Cintia, era porque ella no invitaba ningún chico, a menos que estuviera para comérselo. En fin, todas íbamos a buscar chicos lindos.
Entré, junto a Rashel.
 Había parlantes, repartidos por todo el parque, al igual que mesas, llenas de comida. En este momento se escuchaba un tema que yo no conocía, era bien para bailar. Había todo tipo de comidas, desde porquerías, hasta sushi. También había mucha gente, casi todos bailando y unos pocos comiendo. Aún seguía llegando gente.
Rashel me agarró del brazo y me condujo a bailar. Comencé a moverme, al ritmo de la música.
_voy a buscar algo de beber ¿quieres algo?_ le grité, por encima de la música y el cuchicheo.
_¿qué?_ preguntó ella, gritando.
_para beber_ le volví a gritar, haciendo un gesto, llevando el pulgar hacia mi boca.
_no_ respondió.
Me moví entre la multitud, a empujones, hasta alcanzar una mesa.
Cogí un vaso y serví algo de gaseosa. No tenía ganas de beber alcohol. Vacié el vaso y lo deposite sobre la mesa. Pero cuando me disponía a volver, comencé a escuchar algo en mi cabeza.
Oía un zumbido, como los que hace un micrófono al enchufarlo, en la cabeza. Comenzó despacio, pero luego fue aumentando, hasta hacerse insoportable.
Sin darme cuenta, comencé a caminar, tratando de alejar el zumbido de mi mente. La música se oía cada vez más baja, me estaba alejando. Pero no me importaba, solo quería que esto terminara. Puse las manos sobre mi cabeza.
 Una lágrima cayó por mi mejilla.
Repentinamente, alguien, me agarró del brazo, arrojándome contra un muro, al momento en que se detuvo el dolor. Me golpeé la cabeza, fuertemente, con la pared. Pero aun no podía pensar con claridad. Lo único que sabía era que el zumbido se había ido. ¿Qué está pasando? Me pregunté.
En ese momento, sentí una voz en mi mente. Una voz masculina.
No grites y no te muevas_ se oía, lentamente. De repente, y no era casualidad, no podía moverme. Quise gritar pero no me salía la voz.
Solo vi una sombra moverse  y, de pronto, había alguien, delante mío. El, él era el chico que había hablado en mi mente. Estaba tan cerca que hasta podía olerlo. No podía verle la cara, ya que la tenía a un costado mío, por sobre mi hombro, frente a la pared.
Sentí sus labios, pasearse muy despacio, por mi cuello, rozándolo, subiendo y bajando. Él estaba muy cerca. Nuestros cuerpos se tocaban. Él estaba, prácticamente, sobre mí.
Quise gritar, con todas mis fuerzas, quise quitármelo de encima, quise salir corriendo,… pero todo lo que salió fue un sollozo.
_tranquila_ me susurro, al oído, rozando mi oreja con sus labios.
Luego volvió a bajar, hacia mi cuello. Sus labios hicieron contacto con mi piel. Gemí.
¿Qué estaba pasando? ¿Qué era lo que él quería? Y ¿Quién era él? Tenía más preguntas, pero ninguna salía de mi boca.
Sus manos se pasearon por mi espalda, por sobre el vestido. Hacia abajo, hasta la cintura, y luego volvió a subir.  Subió hasta encontrar el cierre del vestido y lo bajó, despacio, hasta llegar justo a mi cadera. Gemí, cuando sus manos tocaron mi piel.
El acarició mi espalda. Su piel era fría. Se me puso la piel de gallina. Su boca seguía en mi cuello, besándolo. Volvió a pasearse por mi cuello, beso a beso. Siempre muy lentamente. Sus manos volvieron a bajar.
De pronto pude hablar pero todo lo que salió, fue un susurro.
_por favor… suelta…me_ dije sollozando, con la poca voz que tenía. Sus manos se detuvieron.
_lo siento,_ susurro el, sin asomo de arrepentimiento en la voz, divertido_ necesito algo de vos y no lo puedo conseguir de otro modo.
Movió apenas sus manos pero al momento se detuvo, nuevamente.
_por favor…_ volví a susurrar, sollozando_ suéltame…basta…
Por un minuto no se movió. Parecía vacilar algo.
El movió sus manos, hasta el cierre del vestido y lo volvió a subir. Pero no se alejó de mí.
Volví a escuchar una voz en mi mente. Más clara esta vez.
Vas a desmayarte y cuando despiertes vas a recordar esto borroso, pero no le vas a decir a nadie la verdad, a cualquiera que te pregunte le vas a decir que te pareció ver algo, detrás de la casa, fuiste hacia allí, de pronto te sentiste mareada y te desmallaste. _su tono seguía siendo divertido_ dulces sueños.
Todo se veía nublado y de repente todo comenzó a volverse negro, una última lágrima recorrió mi mejilla, antes de caer dormida.

Capitulo 2
Abrí los ojos. Lo primero que vi fue una luz blanca. ¿Dónde estoy? Me pregunté ¿qué fue lo que pasó? Estaba acostada en algo ¿una camilla? ¿Estaba en el hospital?
Bajé la vista, para ver a mi mamá, al pié de la cama.
_te despertaste_ dijo, suavemente.
_ ¿qué pasó?_ pregunté, con voz ronca.
­_no lo sé_ respondió ella_ te encontraron, en la fiesta, detrás de la casa, desmayada.
Y esa fue la pieza que completó la historia. Todo me vino a la cabeza. No recordaba las cosas muy bien, todo estaba nublado. Pero si recordaba, el zumbido, el chico y…
_¿que hacías detrás de la casa? Y ¿qué pasó?_ preguntó mi mamá.
Hubo un tic en mi cabeza. _ No, nada, me pareció haber visto algo, me acerqué y de pronto me sentí mareada.
¿Por qué había dicho eso? ¿Por qué no le había dicho la verdad?
Recordé la voz en mi cabeza.
¿Y si todo había sido un sueño? ¿Y si de verdad me había mareado y desmayado? Pero, aun, podía sentirlo. Su piel, fría, en mi espalda, poniéndome la piel de gallina, sus labios, en mi cuello, haciendo contacto con mi piel.
Quise ponerme a llorar, pero no podía hacerlo frente a mi mamá.
_igual, tranquila, el doctor dijo que cuando te despertaras, nos podíamos ir a casa, _ afirmó_ no te encontraron nada malo.
_entonces ¿podemos irnos ya?_ pregunté, con alivio.
_si_ dijo mi mamá, sonriendo.
Me senté en la camilla, tirando, a un lado, mis pies. Mi cabeza retumbaba. Llevé, instintivamente, las manos a mi frente. Era como si fuera a reventar.
_ ¿hija? ¿Estás bien? Despacio_ dijo mi mamá, corriendo a ayudarme_ el doctor dijo que, seguramente, al caer desmayada, te habías golpeado la cabeza.
Ya. Sí, claro. Recordaba eso perfectamente. No había sido al caer. El me había empujado contra el muro. La cabeza aun me palpitaba.
Coloqué los pies, en el suelo y me fui parando, poco a poco. La cabeza me dio otra punzada. Puse una mano, sobre el borde de la cama, para apoyarme. Me agaché, despacio, para ponerme las zapatillas, que estaban a un lado de la cama.
Calcé mi pié dentro y até los cordones, en un moño. Repetí el proceso con la otra.
Me paré. El dolor de cabeza había pasado, pero me cuidaba de no hacer ningún movimiento brusco.
_ ¿qué hora es?_ pregunté. Mi mamá se apartó de mi lado, al ver que ya estaba bien.
_las ocho_ respondió ella, aun atenta a mis movimientos.
_tranquila_ le dije, al ver su mirada, preocupada_ estoy bien.
Suspiró._ ¿vamos a casa?_
_Vamos_ le dije, comenzando a caminar, cogí mi bolso. Dejé que pasara, mi mamá, primero, y luego cerré la puerta. Caminamos por un largo pasillo, lleno de puertas. Puerta 16… 17… 18…19… Nos detuvimos en recepción, donde nos atendió, una chica, vestida de azul. Mónica… según decía la etiqueta que colgaba a un costado de su pecho.
_ ¿en que las puedo ayudar?_ preguntó, con la usual sonrisa falsa.
_ ¿podría avisarle al Dr. Marqués, que retiro a la paciente szekely?_ preguntó mi mamá, con una sonrisa amable.
_ ¿nombre completo?_ preguntó, colocándose frente a una computadora. Nos miró.
_breena szekely _ respondió, mientras la recepcionista, movía sus dedos sobre el tecleado.   
_ ¿usted es carolina stiweek?_ preguntó, después de quince segundos.
_sí, soy su madre_ dijo, sacando, de la cartera, su documento y enseñándoselos a la recepcionista. Ella les dio un vistazo y continuó archivando, algo, en su computadora.
_bien_ dijo, volviendo a su primera sonrisa_ están libres de irse.
Las dos, le dedicamos una sonrisa amable y nos dirigimos a la salida. Ella abrió la puerta, dejándome pasar primero, y luego la cerró. Recorrí con la vista, la cuadra, hasta localizar él honda Civic.
Yo amaba ese auto. Lo habíamos comprado hace cinco años, con el dinero de la venta del Renault Clío de papá. Mamá había estado triste por eso, pero luego comenzó a tomarle afecto.
Caminé hacia él, que solo estaba a cinco metros, y abrí la puerta del copiloto, mientras mi mamá daba la vuelta, hacia la otra puerta.
Antes de entrar le di una última mirada al hospital. Era, tan solo, un edificio enorme, con muchos pisos de alto. Me subí al auto y cerré la puerta. Ella giró la llave, arrancando el auto.
Miré por la ventana. El día seguía horrible y, al haberse ido el sol, estaba peor que antes.
_dicen que va a estar así_ comenzó, refiriéndose al clima._ toda la semana.
No era nada nuevo, en esta época del año. En invierno, el clima se tornaba frio, acompañado de las nubes.
_ ¿cuánto hay del hospital a casa?_ pregunté, impaciente por darme una ducha.
_media hora_ respondió_ aproximadamente.
Repentinamente, el chico de la fiesta vino a mi mente. ¿Quién era él? ¿Qué había querido decir con “lo siento, necesito algo de vos y no puedo conseguirlo de otro modo? ¿Por qué había escuchado su voz en mi mente? ¿Por qué no había podido moverme? ¿Por qué me había desmayado?... y muchas más preguntas se alojaban en mi mente. No había podido verle la cara.
Consideré hacer la denuncia, pero, por alguna razón no podía. Tampoco podía decírselo a mi mamá. _“Vas a desmayarte y cuando despiertes vas a recordar esto borroso, pero no le vas a decir a nadie la verdad, a cualquiera que te pregunte le vas a decir que te pareció ver algo, detrás de la casa, fuiste hacia allí, de pronto te sentiste mareada y te desmallaste.” _ Recordé.
Pero… ¿Cómo…? ¿Y si todo había sido una alucinación o un sueño? Pero…no. Yo lo recordaba. ¿El…? ¿Quién era él? O ¿Qué era? Mejor dicho.
Traté de reconstruir las escenas. Pero todo estaba borroso. En lo que recordaba… Había ido a buscar para tomar… después comenzó a dolerme la cabeza, comencé a caminar… y después… no lo recordaba bien. Todo estaba nublado. Pero si lo recordaba a él.
Pero de todas las preguntas que había en mi cabeza, la que más necesitaba una respuesta era la primera. ¿Qué había querido decir con “lo siento, necesito algo de vos y no puedo conseguirlo de otro modo”? ¿Eso significaba que iba a volver? ¿Qué era lo que…? Me detuve. No iba a seguir pensando en eso. No sabía que había pasado o si me estaba volviendo loca, pero no soportaba volver a recordarlo. Me daba miedo.
Miré por la ventana. Viendo las nubes pasar, algo no me cuadra, fue lo último que pensé, antes de caer dormida.
_bree_ llamó mi mamá, suavemente, al momento que yo abría los ojos._ llegamos.
Me quedé dormida, pensé. Miré a mí alrededor. Estaba en el auto, estaciona do en el jardín.
Me bajé y comencé a caminar, todavía medio dormida, esperando a que mi mamá, que tenía las llaves, abriera la puerta.
Entré. La casa estaba impecable. Habría venido la señora Chadwick, que era la encargada de limpiar. La habíamos contratado a principios del año pasado, después de que chassy, la anterior, que había estado con nosotras desde que mi padre murió, enfermara de cáncer de pulmón.
La casa era bastante grande. Estaban la cocina, el comedor y el living, en una misma habitación, la cual era tremendamente grande y en una punta, las escaleras. Arriba había cuatro cuartos, el mío, el de mamá, el baño y el cuarto de invitados, que usábamos como biblioteca.
_me voy a duchar_ informé, corriendo por la escalera, hacia el baño.
Me desvestí, dejando la ropa sobre el bolso y abrí la ducha. Puse mi mano de bajo del agua, para tantear la temperatura y, cuando terminó de calentar, me introduje dentro. Comencé la rutina del shampoo, el jabón y el acondicionador.
Me quedé un rato, en la ducha, sintiendo el agua caliente por mi cuerpo. Tirando mi cabeza hacia atrás, hasta que mis dedos comenzaron a arrugarse. Cerré el agua y salí.
Me envolví con una toalla  y recogí las cosas del suelo. Fui hacia mi cuarto y puse la ropa en el canasto. Me senté en el borde de la cama, mirando al techo. Cogí mi bolso, lo coloqué en mi regazo, saqué el celular y lo abrí. 5 llamadas pérdidas y un mensaje de voz. Era rashel. Pulsé para escuchar.
_ ¡Hola!_ saludaba_ perdón por no haberme quedado en el hospital, es que, llamó mi mamá, diciendo que era importante, aunque resultó que el tarado de adren necesitaba un… bueno no importa. Vos ¿Cómo estás? Y ¡¿se puede saber qué fue lo que te pasó?! Estamos todos preocupados. ¡Llámame!_ terminó de balbucear.
Luego la llamo, pensé. Aunque sabía que era mentira. No tenía ganas de hablar con nadie. Me puse la ropa interior y una remera, rápidamente y me metí bajo las sabanas. Prendí el televisor.
Miré una documental de pingüinos, hasta que mi mamá me dijo que bajara a comer. Le respondí que me sentía mal, y que no tenía hambre. Luego apagué la tele y miré el reloj; ocho y media. Caí dormida.
                                                       ***
Yo estaba corriendo ¿de qué? No lo sabía, solo sabía que tenía que correr. Estaba en medio de enormes árboles. ¿Un bosque? Sabía que no podría escapar, no podría huir de ellos ¿de quiénes…? Seguí corriendo. La luna llena se alzaba sobre mi cabeza. Tenía que protegerla… ¿proteger qué? Apreté mi mano izquierda, en señal de respuesta, dándome cuenta de que estaba sujetando algo. ¿Una piedra? Fuese lo que fuese, tenía que protegerlo. Veía la sangre correr por la palma de mi mano, de tanto apretar. No me detuve, no podía.
Tenía que correr más rápido…una sombra se posó, delante de mí. Eran ellos, me habían alcanzado. Apreté la piedra, aún más fuerte. Me di vuelta, para correr hacia el otro lado, pero otra sombra me detuvo. Esta me resultaba familiar, pero no tenía tiempo de pensar en eso…
 

Capítulo 3
Me desperté, sobresaltada, sentándome en la cama. Estaba sudando. Que sueño raro, pensé, suspirando.
Tiré las sabanas a un lado y me levanté. Cogí un par de pantufla, rojas, y bajé, hacia la cocina. Seguía pensando que había sido el sueño más raro en mis 17 años.
Llegué, abrí la heladera y extraje una gaseosa, dándole un trago. Estaba todo oscuro. Miré mi reloj de muñeca: eran las doce y media pasadas. Guardé la botella en la heladera y volví a dirigirme hacia mi cuarto. Al llegar, encendí el velador.
Estaba a punto de acostarme, cuando noté una mancha roja en las sabanas. ¿Sangre? Me pregunté. Extendí mi mano izquierda, para tocarla y me sobresalte. Abrí mis ojos de par en par. Mi… mi mano… Prendí la luz y la examiné. Estaba cubierta de sangre seca… y Tenía un corte, aparentemente profundo, que ya había cicatrizado. ¿Cómo…? No recordaba haberme cortado la mano… Algo andaba mal. Casi todo andaba mal. Sentí una opresión en el pecho ¿miedo?
 Fui al baño y, con los ojos cerrados, me lavé la mano. Cuando terminé, cerré la canilla y abrí los ojos. Miré la cicatriz, que me recorría, de un extremo a otro la mano izquierda. De pronto… el recuerdo me golpeó… el sueño… la piedra… sangre.
                                                  *** 
El, estruendoso, ruido del celular me despertó. Estiré una mano y tanteé la mesita de luz hasta dar con él y lo apagué, gruñendo. Lo había programado para que me despertara, antes de ir al colegio, pero ya me estaba arrepintiendo.
Casi no había dormido. Había estado asustada toda la noche, y cuando me di cuenta eran las cinco. Miré mi reloj: seis y once. Me reí, por dentro.
Tiré las sabanas a un lado y me levanté. Miré mi mano: la herida seguía ahí. Bueno, por lo menos no estoy loca, pensé, o capaz que sí. No importaba. Ni siquiera sabía qué hacer. O mejor dicho, no iba a hacer nada. Sé que tendría que decírselo a alguien o hacer algo más, pero era como si tuviera un muro, imaginario, que me impedía pensar demasiado el tema. Y cada vez que me daba cuenta de que algo estaba mal, el muro volvía. Era como cuando quieres resolver un problema matemático y no logras concentrarte, pero diez veces peor.
Me puse el uniforme, la remera, la pollera, las medias y las zapatillas, cogí la mochila y bajé. Tenía las mismas ganas de ir al colegio que de correr cinco km descalza.
Estaba sola. Mi mamá, salía de casa alrededor de las seis, un rato antes que yo me levantara.
Me dirigí a la cocina, a desayunar. Entré y, estaba por abrir la heladera, cuando vi un vaso de chocolatada y dos tostadas sobre la mesa. Gracias mamá, pensé, sonriendo.
Me senté en la mesa, tomé una tostada, la cual ya estaba preparada con manteca y dulce de membrillo y le di una mordida. Me encantaba el membrillo. Todavía recordaba, que, cuando era pequeña, mi papá traía un frasco, cada día, cuando volvía de trabajar.
Lo extrañaba. Extrañaba cuando abría la puerta y gritaba “ ya volví” alegremente, extrañaba, cuando me ayudaba con la tarea y como perdía la paciencia, explicándome. Extrañaba su manera de ver la vida. Lo extrañaba, mucho.
Me metí, lo que quedaba de la tostada, en la boca, limpié las migas de mi cara, con la mano y miré por la ventana. Se estaba nublando, “dicen que va a estar así toda a semana” había dicho mi mamá. Espero que no, pensé.
Una bocina me despabiló. El transporte. Salí, mochila al hombro, cerré la puerta y corrí al portón.  
Subí los dos escalones de la entrada y, una vez arriba, me agarré de un caño. La camioneta era casi igual a un colectivo, aunque algo más chica. Saludé al chofer, que arrancó el vehículo, mientras yo caminaba por el pasillo, agarrándome de los asientos. Avisté a los chicos en el fondo, los cuales me hacían señas, y me dirigí hacia ellos. Rashel, Damen y Adrien. Me senté al otro lado de Rashel.
“Hola” “hola” “buenos días” saludaron los tres, medio dormidos.
_hola_ los saludé.
Damen era el novio de Rashel, el chico más estúpido que conocía, pero era una buena persona. No, reitero, el chico más estúpido que conocía era adren.
_no me llamaste_ reprochó, Rashel, levantando las cejas.
_perdón_ dije yo, comenzando a frotarme la cienes, con los ojos cerrados.
_ ¿te duele la cabeza?_ preguntó ella.
_tremendamente_ respondí, apoyándome en el respaldo del asiento.
Mi cabeza zumbaba. Era como si me estuvieran cortando el cerebro con una tanza caliente. El dolor aumentaba y disminuía, cada tanto. Rashel me miraba, entre curiosa y preocupada. Puso una mano en mi frente.
_no tienes fiebre_ anunció, frunciendo el ceño.
_ ¿estás bien?_ preguntó Adrien, notando la situación. Damen se asomó también. El zumbido disminuyó, pero no se fue del todo. Me sentí algo aliviada. Repentinamente algo…, me vino algo a la cabeza. Fue como… cuando tienes un sueño y no puedes recordarlo, pero sabes que está ahí.
_estoy bien_ les respondí, forzando una sonrisa.
Charlé con Rashel el resto del camino, mientras los otros dos divagaban. El zumbido seguía ahí.
_Instituto Grodent_ anunció el chofer, por el altavoz. 
Todos comenzamos a bajar, en hilera. Una vez estuvimos abajo, el conductor cerró las puertas y volvió a arrancar el transporte.
Le di una mirada al colegio. No era muy grande, ni muy lindo… solo… normal, en apariencia. En lo que a enseñanza respecta, era muy buen instituto, aunque su sistema era raro. Las paredes eran blancas, con franjas verdes, en los bordes y en la pared frontal, se leía “INSTITUTO GRODENT” con grandes letras negras.
Entramos, por la puerta, al interior. La escuela se dividía en 5 sectores: la parte de abajo, donde estaban, en primer lugar las aulas, de primaria y segundaria, luego, del otro lado, las canchas, de futbol y básquet, a un costado de estas, el patio de primaria y al otro costado, el de segundaria. Finalmente, también estaba el piso de arriba, donde se encontraba la cocina, la dirección y la secretaría.
No estoy segura de que fuese muy bonita, pero amaba esa escuela. Asistí al este mismo colegio desde jardín de infantes, hace, más o menos, trece o catorce años.
Nos dirigimos, cada grado a su aula. La nuestra era la última, al fondo. Entramos al salón de cases, aun con poca gente, dentro. Rashel, yo, damen y adrien, ocupamos los cuatro asientos de la segunda fila. Adrien en una punta, con damen a su lado, y yo en la otra, junto a rashel.
Supongo que ya me había acostumbrado, porque, en un principio, no note que el zumbido ya no estaba. Suspiré.
Vi a Jennifer acercarse.
_hola_ saludó, acercándose a nuestros pupitres.
_hola_ saludamos nosotras dos, al mismo tiempo. Ella sonrió. Jeni, era la chica más linda de toda la escuela y además muy buena persona, no éramos amigas, pero sí muy buenas compañeras. 
_ escuché que te desmayaste ayer en la fiesta_ dijo, curiosa y preocupada__ ¿estas mejor?
_si, no era nada_ conteste, con una sonrisa.
_no te perdiste de mucho_ confesó, rodando los ojos a un lado_ la fiesta fue un desastre.
_ ¿por?_ pregunté.
_se cortó la luz_ dijo, rashel, conteniendo la risa _ y como la gente no veía nada, ya que era noche cerrada y no había luces en la redonda, comenzaron a amontonarse; tiraron muchas mesas, donde estaba la comida y más de la mitad de los hombres se agarraron a trompadas.
Solté una risita.
La profesora de física apareció, en la puerta.
_buenos días_ saludó, mientras entraba. Jennifer volvió a sentarse, a su lugar._ saquen sus cuadernos.
                                             ***
Tocó el timbre. La hora había pasado rápido. Teníamos un corto recreo entre materia y materia. Rashel y yo salimos del aula. Nos dirigíamos al patio, cuando notamos un alboroto. Corrimos hacia el allá.
Todas las miradas se centraban en un punto. ¿un chico? No traía el uniforme.
_ ¿qué está pasando?_ susurro rashel, detrás mío, antes de ver lo mismo que yo_ wow.
Sabía a qué se refería rashel con “wow”. Ella no pensaba “wow ¿quién es? Y ¿Qué hace acá?” ella pensaba “wow ¡que guapo!”… y no la culpaba.
Alto, de un metro setenta y cinco, bien formado, cabello castaño oscuro ni lacio ni con ondas, entre medio… y ojos verdes. Sus ojos eran lo más hermoso que había visto nunca. De un verde ni oscuro ni claro…, profundos y al mismo tiempo penetrantes, y aunque brillaban como una joya, parecían… vacíos. En síntesis, el chico más lindo que había visto en mi vida.
Mi mirada seguía clavada en él, al momento en que sus ojos se encontraron con los míos. Su mirada se detuvo. Sentía como si… me fura a ahogar en sus ojos, como si me fuesen a tragar… hasta que me sonrió. No fue una linda sonrisa. Curvó la comisura derecha de sus labios, hacia arriba…. Me dio miedo. Parecía…astuto… cruel.
De reojo, vi como todas las miradas se volteaban, para ver a la secretaria caminar hacia el. Todas, esepto la mia, que permaneció en sus ojos, hasta el momento en que la secretaria se le acercó. El movió la vista hacia ella.
_hola_ dijo la chica, sonriendo_ ¿buscabas a alguien?
_mmm…_su voz era melodiosa, pero a la vez masculina, como una canción que quieres seguir escuchando y también me resultba extrañamente familiar_ si… estaba pensando en inscribirme y me gustaría conocer la escuela.
La secretaria pareció tener un tic y fijó su mirada en el piso, como si estuviera escuchando algo. El chico parecía concentrado. La chica despertó del trance y, como poseída, comenzó a mirar alrededor. Su mirada se topó con mis ojos y se encaminó hacia mi.
_breena_ dijo, sonriendo, con cara suplicante_ ¿le puedes enseñar la escuela? Tengo cosas que hacer y estoy ocupada
Sonó el timbre. Miré como muchos volvían a sus aulas, con la vista fija en la escena.
_pero… tengo que ir a clases_ dije, mas como información que como excusa.
_no te preocupes_ dijo ella_ yo le aviso a tu profesora.
La seguí con la mirada, hasta que abandonó el patio. Estábamos solos. Lentamente, dirigí la mirada hacia el.
_hola_ le dije_ soy breena.
Volvío a dedicarme la misma sonrisa de antes. _ “Lo sé”_ dijo en mi mente, una voz aterradoramente familiar.
















Capítulo 4
Era… ¡era el!
Me tambaleé hacia atrás y caí, sentada, al suelo. Un flash de imágenes vino a mi mente.
“No grites y no te muevas”,   lo siento, necesito algo de vos y no lo puedo conseguir de otro modo.”,   Vas a desmayarte y cuando despiertes vas a recordar esto borroso...” “Dulces sueños”
Un remolino de preguntas se enredaba en mi cabeza. Cuando, por fin, pude controlar el mareo, las solté.
_ ¿quién eres…?_ mis ojos estaban abiertos de par en par_ ¿Qué… que es lo que…? ¿A qué te referías… en la fiesta…? ¿Qué quieres?
Soltó una carcajada. Su risa fue suave y no muy alta… pero seca, al mismo tiempo.
_hhmm… bueno... soy shasta y… el resto es difícil de explicar.
_Linda forma de contestar a mis preguntas_ dije sarcásticamente, tratando de serenarme pero aun con recelo_ pero no eran las respuestas que buscaba. ¿Por qué estas acá?
Volvió a reír, con la mirada en el piso. Levanto la vista hacia mí, al momento en que algo en mí se sacudió. Su mirada era aterradora. Sus ojos mostraban frialdad y… ¿crueldad? Él era aterrador.
_ ¿porque tendría que contestar a esa pregunta?_ respondió y con una media sonrisa en la cara, concluyo_ no es de tu incumbencia.
_sé que fuiste vos… vos hiciste que… ella me dijera que te mostrara el colegio… vos…_ no sabía cómo completar la frase, así que simplemente fui al grano_ ¿Qué eres?
_eso sí, no es de tu incumbencia_ dijo, en un tono más frio, que antes.
Dio un paso hacia mí. El sonido de su pie tocando el suelo retumbo en mi cabeza y clavé, instintivamente, la mirada en sus zapatillas, negras y sin marca. Dio otro paso. Yo aún seguía en el suelo, por lo que me arrastré hacia atrás. Dio otro paso hacia mí.
_das un paso más y voy a gritar_ exclamé, aun con la mirada fija en sus pies. Sentí su risa, extenderse por mi cuerpo, causándome un escalofrío.
_ ¿estas segura?_ dijo. Y aunque mis ojos seguían en sus pies, percibí su media sonrisa… y sus ojos verdes mirándome, divertido.
Abrí la boca, para gritar… ayuda o que no se me acercara…, pero nada salió. Llevé una mano a mi garganta…
_ ¿que…?_ pude, apenas, susurrar. ¿Cómo…? Y en ese momento, recordé, como me había controlado en la fiesta, como había controlado a la secretaria… que estúpida. ¿Cómo se me pudo pasar eso? Si solo… hubiese gritado… de todas maneras el me habría callado… de una manera u otra.
Dio otro paso. Yo retrocedí, arrastrándome hacia atrás. Volvió a avanzar… y yo retrocedí. Volvió a repetir lo mismo… pero, cuando quise arrastrarme hacia atrás, sentí algo frio chocar con mi espalda. Mierda, pensé. Ya no podía retroceder, la pared se alzaba justo detrás de mí. Y él siguió avanzando. Hasta el momento en que quedó frente a mí. Se agachó. El estaba a unos 5 centímetros de mí. Alargó una mano hacia mi. Quise frenarlo, quise sujetar su mano, pero el no era ningún idiota.
_No te muevas_ ordenó, esta vez en mi mente.
Llevó su mano a mis mejillas. Me sujetó, firme y tiró mi cabeza un poco para atrás. Su apretón era fuerte, y me estaba comenzando a doler. Volví a sentir el mismo miedo que había sentido ante, en la fiesta.
_ ¿qué quieres?_ susurré, conteniendo las lágrimas, del dolor y el miedo.
_eso no importa, porque no lo puedo conseguir acá,_ dijo, en tono seco._ pero, nos vamos a volver a ver.
El me soltó y al momento en que bajé la cabeza, ya no estaba. Sentí una lagrima, deslizarse por mi mejilla.
                                                        ***
Abrí el grifo de la canilla.

domingo, 21 de agosto de 2011

Saiunkoku Monogatari online completo

Genero: Romance, Comedia, Drama, Aventura, Historico, Josei.





  • Idioma: Japones.
  • Subtitulos: Castellano.
  • Episodios: [39/39]



Saiunkoku es un pais legendario situado en la antigua China, dividido en 8 reinos a los cuales cada uno corresponde un color. El Imperio es gobernado por la familia Purpura, un color designado en el oriente para la realeza,siendo el color marrón el representante de la provincia más sencilla. Comienza la historia cuando la heroina, Shuurei es contratada por un consejero real para ayudar al emperador a convertirse en un gobernante responsable. Pero el sueño de Shuurei va más allá de ser una concubina o la sombra de un hombre poderoso, y con la ayuda de la gente que la apoya, conseguira lo que ninguna otra mujer consiguió hasta ese momento en Saiunkoku.


lunes, 1 de agosto de 2011